La elección de la provincia segoviana para la practica de deportes del motor es muchas veces callada y porque no desde Revista Motor Segovia no queremos que eso pase ni lo más mínimo, dado que uno de los atractivos que tiene la provincia segoviana aparte del cochinillo es los parajes y el descubrirlos en vehículos a motor es un turismo que puede estar totalmente en consonancia con una ecología sostenible de ahí que al ver esta entrada en un blog me haya apetecido plasmar de nuevo otra experiencia más dentro del motor y de la provincia segoviana.

ENTRADA ORIGINAL VIA QUADTREROS.COM

Muchas veces buscamos lejos de casa lo que tenemos a la vuelta de la esquina. La ruta que nos marcamos el pasado sábado 13 de marzo por Segovia fue un combinado de lo mejor que hemos visto y vivido en otras rutas a cientos de kilómetros de nuestros hogares.

Quizá porque llevábamos algún tiempo sin vernos las caras, quizá por un día frío pero ideal para rutear con charcos, barro y nieve, quizá porque había muchas ganas y, seguramente por la, digamos, profesionalidad de Jose que tiene grabado a fuego eso que tanto comenta de la “calidad de ruta”, el día resultó genial. Además de Josee, Javi Revenga, Angel BG y yo, Carlos, en mundorutas dábamos la bienvenida a Israel con su Brute “seis y medio”. Después de las oportunas presentaciones, iniciamos la marcha poco después de las 9 de la mañana desde cerca de Bernuy de Porreros

El destino era la Sierra de Arcones y su cara norte cubierta por un espeso manto de nieve. Partíamos de los 1000 metros, con el cielo encapotado y el suelo cubierto por charcos dispersos de mayor o menor calado. El ritmo era alegre, como lo sería a lo largo de toda la jornada. El intenso frío mantenía las pistas vacías y escondía un peligroso y divertido enemigo: Las placas de hielo. Fue ese mismo elemento el que me hizo marcarme un generoso trompo a la salida de una curva que concluyó a milímetros de una zanja a la que me encaminaba mirando en posición totalmente opuesta al sentido de la marcha y sin poder evitarlo. En todo caso, nada reseñable. Una simple anécdota en los inicios de una jornada que en la que nos aguardaban tramos de todo tipo.

Se trataba de una ruta que en Mundorutas ya se ha hecho varias veces, pero que Jose, tratando siempre de afinar al máximo y optimizar los recorridos, había modificado en algunos puntos para deleitarnos con mejores paisajes, mejores trazados y nuevas sensaciones.

Hicimos pocas paradas, esta vez los fumadores se contuvieron, y antes de lo previsto ya andábamos en Arcones. La montaña prometía. No habíamos apenas alcanzado sus faldas y ya pisábamos nieve. Rondábamos los 1200 metros de altitud según nuestros GPS y subíamos con la esperanza de poder hacer cumbre. Pero poco a poco el manto blanco se iba convirtiendo en un acolchado edredón y al final, a poco más de los 1600 metros tuvimos que desistir. Ni Angel con su todopoderoso Outlander 800 calzado con 27´s, ni Javi ni Jose con sus Bighorns a estrenar podían con la nieve. Israel, del que conozco de hace tiempo su espíritu peleón, se quedó con ganas de luchar un poco más, pero no sé si el hambre que empezábamos a sentir ya todos, o la sensatez de los que ya habían vivido esa misma experiencia en idénticas circunstancias, hizo que nos diéramos la vuelta en busca de viandas y calor. Y eso mismo fue lo que nos encontramos metros más abajo en el pueblo de Arcones, junto al fuego de una ardiente chimenea, unas jarras de cerveza fría, algo de vino y unos chuletones con los que no tardamos en renovar los ánimos.

Tras una sobremesa corta, si la estiras corres peligro de acabar llamando una grúa para que te recoja el quad con una supuesta avería (hay uno en el grupo que nos confesó haberlo hecho en una ocasión…), reemprendimos la marcha hacia Prádena. Esta parte, y lo que restaba de ruta yo no la conocía y me encantó.

Empieza sobre un terreno boscoso, verde y precioso y según íbamos variando el rumbo hacia el Norte y luego el Este, donde estaban nuestros remolques, la montaña va dando paso a la planicie. Pero todo tiene su encanto.

Paramos ante una antigua casa de piedra asentada sobre una preciosa y apacible cascada que tiene bajo sí un molino (hay foto) . La estampa me resultó tan bucólica que no me hubiera importado quedarme a vivir allí con sus señora….. Pero la ruta continuaba.

A algunos kilómetros de allí nos aguardaba otro de los platos fuerte del día (amen de los chuletones). Jose ya nos había advertido que la pista que seguíamos cruzaba un río en tres puntos y que con la crecida de estos días la cosa iba a estar interesante. Una vez más, hizo gala de su instinto cherokee y tras un rápido examen del caudal dijo: Está al límite para vadearlo. Y así era. De rodillas sobre el asiento para no empaparnos, atravesamos el río cruzando los dedos. La emoción del momento arrancó incluso algún chillido de Angel tipo yeeeeehhha. Son esas cosas que tanto nos gustan a los quadtreros.

Tras aquello, y ya con el sol muy bajo, enfilamos pistas más rápidas hacia el punto de origen. De esta fase de la ruta lo más destacable eran algunas roderas de tractores y remolques de purines en las que si te metes corres serio peligro de vuelco…

Finalmente, y tras 174 km de recorrido, estábamos de nuevo subiendo los quads a los remolques no sin antes medio fijar la próxima salida, que bien podría ser por el “barrio” de Angel. ¿Quién se apunta?

Carlosio1001

Integrantes:
Josee (Honda Rincón 680)
Javi Revenga(Suzuki KQ 700)
AngelBG (Can Am Outlander 800 Max)
Israel (Kawasaki Brute Force 650)
Carlosio 1001 (Suzuki KQ 700)