Si le preguntáramos a cualquier aficionado cual es el Rally más duro del mundo, casi sin dudarlo nos diría que el Rally Dakar. Pero hay una carrera que se lleva disputando desde hace cuatro años que duplica sus participantes en cada edición provenientes de todos los rincones del mundo. Esa carrera es el Rally Mongol.

©Juan Pedro Ponce

15000 kilómetrosde distancia, más o menos una tercera parte del planeta. O lo que es lo mismo desde Inglaterra hasta Mongolia. Con un recorrido libre, es decir, la organización te da la salida y te espera en la llegada, pero luego cada uno es libre de coger por donde quiera. Por supuesto bajo tu cuenta y riesgo eres libre de sobornar, estafar y hacer trampas para llegar a la meta”, son palabras de la organización y si tienes problemas, búscate la vida ya que no dispones de ayuda exterior salvo la que te puedas buscar o encuentres en otros participantes.

©Juan Pedro Ponce

Los coches no pueden exceder los 1000cc a partir de ahí pagas100 libras esterlinas por cada 100cc que excedas. Y la regla de los diez años. En ediciones pasadas los coches debían

tener una antigüedad superior a los diez años, pero el gobierno de Mongolia decidió cambiar de opinión meses antes de la salida con el trastorno que eso a supuesto para equipos y organización. Aun así tomaron la salida 460 equipos.

Casi todos los coches que participan terminan su vida en Mongolia ya que a la llegada del Rally se entregan en donación.

Esta carrera la organiza una ONG inglesa llamada The Adventurists Research Ltda. que se caracteriza por organizar eventos “peculiares” por todo el globo, por lo que cada equipo participante debe de adquirir un compromiso de donación a una ONG de la zona de 1000 libras esterlinas con ello han conseguido que zonas muy remotas de algunos países asiáticos dispongan de puntos de agua, luz y escuelas. Además han instaurado el trofeo a quien lleve el artilugio más original en la baca, lo que ha provocado que la imaginación se dispare en algunos participantes.

La salida se viene realizando estos últimos años desde el mítico circuito de velocidad de Goowood para posteriormente dirigirse  a Klenova, cerca de Praga, en la Republica Checa.

©Juan Pedro Ponce

En el parque cerrado los vehículos son de los mas variopinto, desde equipos que van simplemente a pasárselo bien a otros armados hasta los dientes, con coches que no desentonarían en un campeonato de Rallys. Ves placas de matrícula de lugares tan distantes como Dubai, Australia, USA y por supuesto España la segunda nacionalidad con mas inscritos.

Para llegar aquí algunos ya han tenido problemas pero todo es camaradería y buen ambiente, desde los participantes oficiales de Chevrolet, Fiat o Tata hasta los cuatro amigos que han preparado un Nissan Micra en su garaje.

DIARIO DE CARRERA

A las siete de la mañana tomamos la salida. El ritmo por autopista es de unos 100km/h. Tenemos que conservar ya que nos quedan unos 8000km antes de que empiecen las pistas. Aunque el recorrido es libre, básicamente son tres rutas las que podemos elegir.La Norteque atraviesa Siberia y entra en Mongolia ya muy cerca de Ulan Bator. La del centro que es la que llevamos nosotros, lo que implica atravesar el desierto de Kazajstan y el Gobi, además de atravesar Mongolia de Oeste a Este y la ruta del Sur normalmente utilizada por los equipos que aprovechan el Rally para poder entrar en ciertos países y hacer una carrera más turística.

©Juan Pedro Ponce

Los primeros países pasan bajo nuestras ruedas, Polonia y Ucrania las cruzamos en apenas tres días. Nos cruzamos con algunos equipos e incluso alguna noche acampamos juntos, al borde de la carretera. Desde España, gracias a los localizadores que utilizamos por SMS, nos dicen que vamos entre los diez primeros por lo que nos animamos y apretamos un poco el ritmo. Pasamos la frontera Rusa de madrugada. De momento no hemos tenido problemas con la policía corrupta pese a la fama de los ucranianos y sus vecinos rusos. Varios equipos nos confirman la situación con sablazos de hasta 200 y 300 euros para poder seguir y algún que otro policía embadurnado con Vodka, que son los peores.

Por seguridad dormimos dentro del coche junto a otro equipo de Euskadi, en una gasolinera que esta abierta toda la noche. Habíamos conducido 1200km y para descansar íbamos a seguir en la misma postura, pero era tal el cansancio que dormimos como bebes. Hasta que a la seis de la mañana el vigilante nos invito a que nos fuéramos.

El parar tan pocas horas hizo que, sin quererlo, nos pusiéramos de los primeros. Lo bueno de ir delante es que  la policía anda a esas horas un poco despistada y te dejan proseguir sin soltar una moneda, el problema es que si rompes pueden pasar días enteros hasta que te cruces con otro equipo.
Ahora empieza lo mas duro del recorrido. Tardamos unas seis horas en pasar la frontera kazaja pero por fin comenzaba lo bueno. Nada más cruzarla el asfalto se deteriora increíblemente. Agujeros capaces de tragarse el coche jalonan el único carril apenas señalizado.

La noche hizo acto de aparición cuando nos llega un SMS  de que el otro equipo andaluz participante, formado por dos coches, nos había visto pasar cuando se disponían a montar las tiendas de campaña. Damos media vuelta y acampamos juntos, no sin antes comer en pequeño bar cuya dueña alucinó al ver llegar en medio de la noche a seis extranjeros hambrientos que devoraban todo lo que cocinaba.

La siguiente jornada, en principio era muy  dura ya que el asfalto desaparecía por lo que tiramos juntos unos kilómetros hasta que en la entrada de una pequeña población nos despistamos unos de los otros. El desierto comienza a hacer acto de presencia. Los primeros dromedarios de dos jorobas nos saludan desde fuera de la pista. El termómetro no para de subir llegando a alcanzar al mediodía los 43º. El coche no tiene aire acondicionado y nos refrescamos con un pulverizador de agua que con el viento que entra por las ventanillas nos hace sentir cierto frescor, el problema es que llevamos ya unos cinco días sin ducharnos y la mezcla de arena, polvo, agua y demás hace que nuestra piel vaya cogiendo unos colores un tanto extraños, pero hemos venido a esto, por lo que no nos podemos quejar.

©Juan Pedro Ponce

En el coche llevamos dos jerricans de 20l cada uno, para estas largas etapas. Todavía no los hemos utilizado ya que descubrimos que por muy pequeña que fuera la población siempre encontrábamos a alguien que vendía gasolina de contrabando.

Kazajstan es productor de petróleo y por unas pocas monedas llenábamos el tanque del coche sin necesidad de sobrecargarlo. En uno de estos repostajes nos dicen que habían pasado dos coches del rally hacia apenas media hora. Pensábamos que eran nuestros amigos por lo que decidimos apretar el ritmo para alcanzarlos. Resultado dos reventones en medio de la pista y el tubo de escape colgando. Una de las llantas destrozada por lo que nos quedábamos solo con una rueda de repuesto hasta el final del Rally.

Aun así los alcanzamos, pero era un equipo italiano de dos Panda 4×4, que se disponían a pasar la noche.

Nosotros decidimos proseguir. Necesitábamos una ducha como fuera y esperábamos encontrar alguna habitación en una de las poblaciones. Fue así, preguntando por un hotel, donde nos pasó una de las anécdotas mas bonitas de toda la carrera. Nos invitaron a pasar la noche en la casa de uno de los chicos al que preguntamos. Nos presentaron a toda la familia la cual se acercaba a la casa para hacernos fotos con los móviles. Nos dieron de cenar y de desayunar pero lamentablemente el baño lo tenían estropeado. Estábamos batiendo todos los récords en cuanto a aseo personal se refiere.

Era una pena estar por estas latitudes y no acercarnos a ver el Mar de Aral, el que dicen que es el mas contaminado del mundo. Los dos o tres bañistas que pudimos ver parecía no importarle y se bañaban pese a que sus orillas estaban repletas de basura.

En esta misma etapa, cuando estábamos comiendo algo al borde de la pista paró un camión con varias personas en su caja. Uno de ellos era un hombre mayor que viajaba con su nieto el cual chapurreaba algo de ingles. Al ver el coche se acercó y nos preguntó de donde veníamos. Para él éramos los primeros turistas que veía. Nos dijo que había vivido cincuenta años bajo el yugo dela URRS y que para él era algo inaudito el ver que a su país comenzaban a llegar turistas. Nos dijo que era pobre pero que le gustaría que nos lleváramos un recuerdo de él y echándose la mano al bolsillo nos regaló unas monedas de su país para que las regalásemos a nuestras hijas. Todo un recuerdo, que como el quiso, así hicimos.

Siguen las pista rotas. No tienen nada que envidiarle a las africanas. El polvo se cuela por todos lados y los primeros fallos en el coche empiezan a aparecer. La amortiguación delantera va cediendo estrepitosamente y una de la puerta no se abre. Lo bueno es que de motor el coche va estupendamente pese a utilizar gasolina de dudosa calidad.

Nuevo país, nueva frontera y otras seis horas de tramite. El jefe de la frontera no le entraba en la cabeza que fuéramos a entrar en Uzbekistan por solo dos días y no hacia más que preguntarnos una y otra vez porque no nos quedábamos mas tiempo.

Estamos en el centro dela Rutadela Seday Samarkanda es su principal reclamo turístico. Y se nota.  Aeropuerto internacional, centros comerciales, tiendas de primeras marcas multinacionales y hoteles de todos los precios y tamaños ….con ducha. Era el descanso del guerrero nos lo habíamos merecido. Quedaba lo mas duro del Rally y teníamos que coger fuerza.

©Juan Pedro Ponce

Vuelta a entrar en Kazajstan esta vez tardamos siete horas pero coincidimos con dos equipos españoles que hizo la espera mas llevadera. Luego nos enteramos que a los dos días rompieron los coches y tuvieron que abandonarlos a unos 80 kilómetros de la frontera china.

El nuestro, de momento aguanta. Todas las mañanas controlamos los niveles y hacemos una breve inspección por los bajos. Los amortiguadores delanteros parecen que han cedido un poco mas pero lo que mas nos preocupa es que solo vamos con una rueda de repuesto y que comienza a tener algunos ruidos. Justo cuando hablábamos de ello un agujero que no vi en medio de la pista nos hizo saltar por los aires, aterrizando de una forma muy poco ortodoxa. Resultado el coche no arranca y estamos en medio de ninguna parte.

Después de desmontar la bomba de gasolina, comprobar todos los manguitos y no conseguir arrancarlo, un coche nos remolca a un pequeño poblado hasta un taller cuyo mecánico no da con la avería. A estas alturas somos la atracción del lugar. Medio pueblo se ha acercado a vernos y comenzamos a pensar que el Rally se ha acabado para nosotros. El mecánico insiste que es un fallo eléctrico y que hay que llevar el coche a Semey a unos setenta kilómetros de polvorienta pista. Nuestro “Ángel de la Guarda” tenia la pinta de una estrella del Hip-hop pero se brindó a remolcarnos con su Land-Cruiser hasta el taller.

Después de romper dos enganches, una eslinga e incluso un protector del Toyota llegamos a la puerta del taller. Dos horas dándole vueltas al coche y este seguía sin arrancar. Cuando estábamos al borde de la desesperación me da por accionar el cortacorrientes por si había saltado en el golpe. Cosa que a ninguno se nos ocurrió. En unos instantes el coche estaba andando. Nadie nos quiso cobrar nada ni remolcador ni mecánico. Todo fueron amabilidades en un momento en el que realmente teníamos un problema.

Es increíble como una simple linea puede separar tantos mundos. En un lado Kazajstan con sus rasgos asiáticos pero de tez morena, al otro, todos rubios con ojos azules y de casi dos metros de altura. Por no nombrar la forma de ser. En Kazajstan todo fue hospitalidad, amabilidad y buenas maneras pese a que en alguna ciudad nos recomendaban no salir del hotel porque era peligroso.

En Rusia y en Siberia sobre todo, costaba arrancar una sonrisa y todo el mundo te miraba con desconfianza y no es por el clima ya que en un lugar y otro los rigores del invierno y verano son similares.

La entrada en Siberia es rápida y no es como nos imaginábamos estamos cerca de Barnaul uno de los destinos turísticos rusos preferidos y se nota en los automóviles y las casas. Aquí aparte de los omnipresentes Lada y Uaz, los Porches, Q7 y X5 son legión. Solo cuando nos acercamos a la frontera de Mongolia es cuando las casas de madera y la pobreza empiezan a aparecer. Esto sí esla Siberiaque nos imaginábamos. Conducías horas y horas y apenas te cruzabas con un coche.

La carretera que llevamos solo lleva a la frontera mongola la cual apenas funciona desde hace unos pocos años. Tashanta parece un pueblo fantasma. Es la última población rusa. Apartada de cualquier sitio y está a unos 2000 metrosde altitud y aunque es pleno agosto la temperatura baja hasta los 0º. Apenas hay ocho o diez casas y su construcción mayor se encuentra totalmente en ruinas con todas la vidrieras rotas y multitud de cuervos posados en sus travesaños de madera.

No desentonaría en cualquier película de terror. Justo en la puerta tuvimos que esperar cerca de tres horas hasta que la frontera abrió. Aquí coincidimos con una pareja francesa que estaban dando la vuelta al mundo en bicicleta durante tres años. Llevaban 10 meses desde que salieron de casa.

En apenas tres horas de espera otros equipos del Rally van llegando. Dos ingleses y un español el cual lleva a unos de sus miembros enfermo, por lo que los últimos días han estado apretando el ritmo por llegar cuanto antes a la civilización.

Gestionamos sin problemas las salida de Rusia pero es aquí cuando se produjo un imprevisto que mino mucho la moral de todos los participantes. Cruzamos la tierra de nadie y cuando estamos en la frontera mongola vemos que hay varios equipos retenidos algunos llevaban cinco días parados y la desesperación empezaba a dejar huella.

©Juan Pedro Ponce

La frontera no tiene el listado de inscritos en el Rally por lo que para dejarte pasar tienes que pagar unos derechos de importación el vehículo a lo que los participantes nos negamos. A todo esto The Adventurist (la organización) nos dice vía SMS que esperemos que están en ello. Conforme van pasando las horas más equipos van llegando y pasamos el tiempo reparando los coches o jugando partidos de futbol cuando no estamos refugiados de alguna tormenta en las tiendas de campaña.

Pasados dos días llega por fin el ansiado fax y los coches van tomando la salida según el orden de llegada.

Está parte es la más dura del Rally son 1500km de pistas, vadeos y apenas población. A esto hay que añadirle que los GPS están prohibidos y no existen indicaciones algunas. ¡El paraíso para la aventura.!

Comenzamos pasando equipos y el ritmo que llevamos es alto. Vamos guiándonos por brújula entre la maraña de pistas. En algunas subidas al Renault le fallan las fuerzas, el terreno está embarrado y las ruedas pierdan tracción por lo que tenemos que buscar pistas alternativas. Es en una de esas veces donde cogemos un rumbo equivocado y recorremos unos 60 kilómetrosen dirección errónea. La noche nos cae encima y dejamos de ver las montañas que llevábamos de referencia. Otra vez a dormir en el interior del coche ya que una amenazadora tormenta se ve a lo lejos. Oímos los truenos y vemos los relámpagos pero donde estamos no cae ni una gota.

Después de 20 días de competición el cansancio se nota y caímos rendidos pese a la incertidumbre. Nos ponemos en marcha y en apenas 10 minutos cogemos la pista correcta. Empieza a diluviar y en un breve momento que el móvil tiene cobertura nos llega un SMS desde España avisándonos de “Inundaciones en Mongolia” justo por la zona que nosotros llevamos.

Lo que sigue parece sacado de una película de Almodóvar. Las pistas se convierten en ríos. Recorremos cientos de kilómetros pisando literalmente agua. Menos mal que el fondo es pedregoso sino habríamos tardado semanas en salir de allí. Solo nos cruzamos con algunos locales e incluso una familia que en medio de una riada su furgón quedo atrapado y tuvieron que subirse al techo para no mojarse. Al final abandonaron el auto allí y prosiguieron en un camión.

©Juan Pedro Ponce

Pasados 25 días y con 14550km en el marcador  recorridos desde en España hasta Ulan Bator. Llegamos a la 1.00h de la madrugada. Al Clio solo le entraban tres marchas, La luna delantera rota, el capó y el motor sujetado con cinta, el tubo de escape roto y sujetado con alambre, una puerta no abre, los cuatro amortiguadores rotos, cogemos una colilla y el  coche se mueve como una cuna de recién nacido. Cuando lo arrancamos, si están otros coches aparcados cerca, les saltan las alarmas ya que el ruido que hace es ensordecedor. Tenemos que hablar a voces para escucharnos. Pero el Renault Clio de 1100 cc cruzola FINISH LINEdel Rally Mongol 2010 en Ulan Bator. Sexto puesto en la clasificación general, aunque eso es lo de menos, y un montón de anécdotas para recordar.

Esta claro que no hace falta tener un todoterreno súper preparado ni mucho presupuesto, para vivir aventuras o viajar, lo único que hace falta son ganas de ponerse en camino el resto llega solo, por lejos que este.

Juan Pedro Ponce y Covadonga Fernández realizaron el Rally Mongol en el año 2010. Juntos han recorrido más de un millón de kilómetros por los cinco continentes, siempre en moto y todo terreno y son colaboradores habituales en medios escritos y digitales.

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