Desde hace unos años, en las ciudades de este país van proliferando cada vez más vehículos asomando varios palmos por encima de los turismos en atascos, alrededores de colegios o en los parking de centros comerciales. Cada vez son más los conductores sin pretensiones camperas que se deciden por un Todocamino SUV 4×2, por ello las marcas han entrado en una cruenta lucha para dominar este competido segmento y Ssanyong con su tradición campera no iba a ser menos, saliendo a combate con su remozado Korando, que nada tiene que ver con los todo terreno puros que la marca vendía en los 80 y 90 con el mismo nombre.
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En general, el conductor tipo de todocaminos busca un vehículo espacioso, estética de todoterreno, ir más alto que el resto de usuarios de la vía y no pisarán el campo en la vida útil del mismo, muy pocos necesitarán un vehículo con tracción a las cuatro ruedas o una gran capacidad de remolque, tanto si somos de los primeros como de los segundos, este SsangYong puede cubrir nuestras necesidades.
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El Korando que os presentamos es un modelo lanzado en 1997, aunque la generación actual data de 2010, del que en 2014 se hizo un acertado restyling y que en este 2015 ha añadido alguna mejora en las versiones diésel.
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¿Cuales son las armas con las qué se presenta el Korando a la lucha? La principal una muy buena relación prestaciones/precio que va de los 16450€ de la versión más básica y motor gasolina, a los 26500€ del diésel más equipado dotado de cambio automático y tracción total unido a un equipamiento bastante completo, donde encontraremos climatizador, navegador, cámara de visión trasera, Bluetooth, asientos calefactables, volante multifunción, ayuda de arranque en cuesta, control de presión de neumáticos, sensor de lluvia y luces o control de velocidad.
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Para nuestra prueba tenemos la variante que creo será más vendida, motor diésel de 150cv, cambio manual y acabado Premium, que con la oferta de la marca se queda en 20000€ más 410€ de pintura metalizada. Estéticamente, el restyling le ha sentado muy bien ganando en atractivo frente a la versión 2010 gracias a un nuevo frontal sin cromados y faros con luces diurnas de led que le dan un aspecto más moderno y en el interior, el aspecto del salpicadero ha ganado enteros, más si cabe en las versiones diesel que pasan a tener la pantalla multifunción integrada. Lástima que con este restyling no hayan aprovechado para mejorar la calidad de algunos plásticos del interior o esconder ese obsoleto micrófono del manos libres que resulta algo incómodo de ver por ubicación y tamaño, por cierto en varias llamadas mis interlocutores se quejaban de oir mucho ruido.
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A la hora de ponernos a los mandos, aunque me gustaría poder bajar un poco más la altura del asiento, es bastante sencillo conseguir una buena postura de conducción, todos los mandos quedan a nuestro alcance y en general su utilización nos resulta sencilla e intuitiva una vez pasado un corto periodo de adaptación, excepto el botón para manejar el ordenador de abordo situado en la consola central que nos obliga a soltar la mano derecha del volante para su manejo. La instrumentación del cuadro es de fácil lectura y nos ofrece la información necesaria para viajar tranquilos. Otro aspecto positivo es su gran espacio interior, siendo especialmente buenas las plazas traseras incluso para personas cercanas al metro noventa, con muy buen espacio para las piernas y un suelo totalmente plano, algo que agradecerá el ocupante del asiento central. Por cierto el asiento trasero se puede regular en inclinación del respaldo, aunque es algo incómodo su manejo una vez sentados además de hacerse en el típico 60/40 que deja algo vendido al pasajero central.
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En cuanto al maletero, con 486 litros supera a muchos de sus enemigos incluido el Qashqai, pero la forma del portón trasero, hace que con los asientos montados por encima de la bandeja no se pueda aprovechar el espacio. Eso sí, con el asiento trasero abatido, queda un espacio de carga totalmente plano y de gran capacidad donde podremos transportar objetos voluminosos, aunque como esquiador, echo en falta una trampilla que permita viajar a cuatro ocupantes y sus esquíes sin tener que llevarlos en el techo, poder abatir 40/20/40 a día de hoy sigue siendo muy complicado de encontrar.
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Una vez que nos ponemos en marcha, el Korando se encuentra más cómodo en autopista que en carreteras secundarias, donde a pesar de no ser excesivamente blando de suspensión, su peso y altura nos invitan a conducir a ritmos tranquilos si queremos evitar incómodos cabeceos del eje delantero, eso sí, me ha gustado el tacto de la dirección y los frenos, en cualquier caso no creo que los usuarios del Korando busquen practicar una conducción deportiva.
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Por otro lado, tras darnos un pequeño escarceo por tierra, la suspensión copia con facilidad baches y roderas, y gracias a su buena altura libre al suelo, circular por pistas con buen agarre resulta fácil, pero si el terrenos se suelta o hay barro, echaremos de menos la versión 4×4. Por último, a pesar de poner en práctica la conducción eficiente en varios de mis recorridos, no fui capaz de acercarme a los consumos anunciados por la marca, algo optimistas para el peso y volumen del Korando que además carece del sistema Star&Stop.
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Tras una semana con él, mi conclusión es que el Korando va por buen camino, siendo en su segmento una clara opción de compra, con un buen motor, buen precio y equipamiento, pero muchos de sus potenciales compradores ni siquiera lo conocen, creo que a SsangYong le toca seguir los pasos de otras marcas coreanas para llegar al gran público.
